Con la habilidad a la que nos tiene acostumbrados, Reza Aslan nos narra la historia de la religión para mostrarnos cómo ha estado marcada por nuestra insistencia en darle a Dios rasgos y emociones humanos. Según Aslan, esta tendencia a crear una versión divina de nosotros mismos es innata: está programada en nuestro cerebro, de ahí que sea una característica central de casi todas las tradiciones religiosas. Esta proyección tiene consecuencias, pues le otorgamos a Dios no solo todo lo bueno de la naturaleza humana -nuestra compasión, nuestro afán de justicia-, sino también todo lo malo: nuestra avaricia, nuestro fanatismo, nuestra inclinación a la violencia.