DAMA DE MONSOREAU, LA

DAMA DE MONSOREAU, LA (Libro en papel)

Q. 70
IVA incluido
No disponible
Editorial:
PORRUA
Materia
Novela
ISBN:
978-968-432-987-4
Páginas:
493

Alejandro Dumas Escritor francés (Villers-Cotteréts, Aisne, 1802 Puys, cerca de Dieppe, 1870), hijo de un general. Instalado en París en 1882, fue escribiente en las oficinas del duque de Orleáns, y en 1825 estrenó su primera obra teatral, sin éxito. El drama romántico Enrique III y su corte (1829), constituyó un gran acontecimiento escénico, y en 1831 Antony le consagró como uno de los autores más populares; a partir de este momento escribió incansablemente tragedias, dramas y melodramas, que en general fueron muy aplaudidos: La torre de Nesle (1832), Kean o desorden y genio (1836), Mademoiselle de Belle-Isle (1839), La reina Margot(1845), etc. Ya famoso en el teatro, a partir aproximadamente de 1832 cultivó también la novela; gran admirador de Walter Scott, dio a la novela histórica una vivacidad y un pintoresquismo que han hecho de sus relatos de complicadas intrigas verdaderos clásicos del libro de aventuras: la célebre trilogía formada por Los tres mosqueteros (1844), Veinte años después (1845), y El vizconde de Bragelonne (1850), El conde de Montecristo (1846), La reina Margot (1845) y su continuación La dame de Monsoreau (1846), Memorias de un médico, Joseph Balsamo (1848), El collar de la reina (1850), Ange Pitou (1853), La condesa de Charny (1855).

Para atender a las crecientes demandas del público, una vez se hubo convertido en uno de los escritores más populares de su siglo, se vio obligado a recurrir a la ayuda de numerosos colaboradores (uno de ellos, Auguste Maquet, trabajaba con una notable independencia), creando así una especie de producción industrial de literatura que le permitió publicar cerca de trescientas obras; con ellas ganó una fortuna considerable, que con su prodigalidad proverbial no tardó en disipar, y en 1851 tuvo que exiliarse a Bruselas para escapar de sus acreedores. A su regreso a París (1853), su prestigio empezaba a decrecer, y acabó de arruinarse con una serie de desafortunadas empresas, como la fundación del semanario Le Monte-Christo (1857-1860).

En los últimos años de su vida realizó diversos viajes a Gran Bretaña, Rusia, Italia, Alemania, y durante su estancia en Italia trabó amistad con Garibaldi y colaboró con él. Al estallar la guerra francoprusiana se refugió en casa de su hijo, y allí murió al cabo de poco tiempo, casi arruinado. Su copiosa producción, como su agitada vida sentimental, reflejan un temperamento desbordante de vitalidad, impulsivo y generoso, que se vertió en una creación literaria que aún, en la actualidad, es capaz de cautivar a millones de lectores del mundo entero.

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