Tiempos de inquietud social, donde gente de todas las edades ve amenazada la democracia mientras palabras como «injusticia» o «impunidad» se convierten en cotidianas. Gente que sale a manifestarse, que participa en plataformas, una ciudadanía indignada y exigente que se niega a que la resignación triunfe. Una desbordante energía que no encuentra cómo salir de la fragmentación y convertirse en voluntad política de transformación.
Atento al sistema global del que dependemos, desde el análisis de los errores del pasado e indagando en una realidad incómoda, el autor desnuda los términos del debate social y propone un diálogo abierto para repensar el modelo de sociedad. No hay salida individual y no hay otra autoayuda que la colectiva. Y la autoyauda colectiva se llama política y nos pertenece. Hay que visualizar entre todos los horizontes concretos para sacar a la luz los caminos de una vida decente.