CUENTOS DE LUGARES ENCANTADOS

Cuentos, ejemplos, historias, fábulas, apólogos, consejas, narraciones donde se transmutan hombres en animales, o animales en hombres: todo esto importa poco si lo que se cuenta, como se cuenta aquí, se hace bien, y, además, uno lo cree.

En las distancias inmensas que van desde México a Argentina, el cuento, en este caso, se ha nutrido de la naturaleza, y se lo escribe allí: la ciudad no aparece. ¿Habrá cuentos de animales surgidos de lo urbano, en la medida en que Hispanoamérica se cubre de ciudades que sobrepasan los cinco o más millones de personas, y el campo se despuebla? Aquí los cuentos se cuentan de boca en boca, y algunos no tienen data, pues vienen de lo profundo de la imaginación colectiva que los ha enriquecido: desde las historias budistas y los cuentos de la India llegados a Occidente a través de los musulmanes o por otros conductos.

Pues no hay que olvidar que siempre existe la posibilidad de que a uno le suceda lo que aquí se cuenta. Alguna vez encontraremos que lo que aquí se cuenta pudo haber ocurrido, o puede que ocurra, y no sólo en lo alegórico, a pesar de que “los dioses ya no andan como antes por el monte”, tal se nos anuncia en una de estas historias.