El escritor danés encontró en Cuentos de hadas para niños (Eventyr, fortalte Börn, 1835) el género con el que conquistaría el mundo. Parece ser que en un principio no fue consciente que con estos cuentos estaba tejiendo su corona de laurel “…ahora – escribía en una carta en 1843- me dedico de lleno a escribir cuentos de habas. Los primeros que publiqué eran, en su mayoría, antiguos relatos escuchados en mi niñez, que yo transcribí con mi estilo y temperamento. Pero pronto me di cuenta que los hijos de mi fantasía, digase La sirenita, Las cigüeñas, La margarira, gustaban más, y esto me ha animado a continuar. Ahora solamente escribo lo que sale de mi imaginación”. Andersen publicarçía 156 cuentos hasta 1872; al principio, en unos libritos que más parecían cuadernillos, y, más tarde, recopilados en libros. Y, si es verdad, como el mismo nos advierte, que empezó inspirándose en los cuentos populares, por lo que se vió obligado a añadir a sus “cuentos de hadas” para niños, más adelante sus cuentos se acercaron a la novela corta (Historier). Y precisamente en esta segunda etapa aparecen los cuentos más apreciados de su obra.
