El Crátilo es un texto paradójico: lúdico y a la vez pro-fundamente serio. En sus páginas se conjugan, por un lado, el encanto de entregarse a la lógica de las teorías rivales y, por el otro, la plena conciencia de que ese filoso juego pondrá de relieve las insalvables dificultades de tales teorías. Como resultado, la filosofía de Platón saldrá fortalecida, tras haber mostrado que la manera en que en ella se entiende la verdad como expresión de lo real no está amenazada. El trasfondo de este diálogo permite, además, atisbar una compleja trama de posiciones incompatibles, aquellas sostenidas no sólo por los rivales tradicionales que rechazan esta noción de verdad (sofistas, poetas, oradores), sino también por pensadores cercanos al autor y, al igual que él, de raigambre socrática.
Lejos de ser una obra de abstruso tecnicismo etimológico o un estudio limitado a cuestiones relativas a los orígenes del lenguaje, el Crátilo es un magnífico testimonio de la efervescencia teórica que bulle en el terreno sobre el que se asientan las concepciones de Platón, donde pensar el lenguaje es inevitable, en tanto es portador de la verdad que nos redime y del error que nos precipita en la ruina.
