(…) son súbitos rayos de luz que penetran en una infinita confusión, y es necesario haberse puesto muy cerca para ver algo”.
Franz Kafka sobre Contemplación, en carta a Felice Bauer.
Este librito primerizo siempre será leído, y es inevitable, como un anuncio de la obra posterior. En casi todas sus páginas suena un anticipo, con frecuencia un anticipo invertido, como en “El paseo repentino”, donde la decisión inmotivada de salir es un remedio al encierro fatal de La condena o La metamorfosis.
César Aira
No sabemos —y quizá no sabremos nunca— los propósitos esenciales que Kafka alimentó. Aprovechemos ese favor de nuestra ignorancia, ese don de su muerte, y leámoslo con desinterés, con puro goce trágico. Ganaremos nosotros y ganará su gloria también.
Jorge Luis Borges