Un personaje que por alguna razón se llama Caparrós visita al médico y se entera de que le van a vaciar los intestinos. Esto lo lleva a pensar sobre su vida como una sucesión de ingestas: más de 58.000 comidas, sus formas, sus sentidos. Esa rara autoconciencia estructura este libro, que indaga también en la vida de su narrador y tantas otras cosas: desde las semejanzas entre alimentarse y tener sexo o la eficiencia rústica del asado hasta ese fatídico instante sin nombre en que un ser querido ha muerto, pero todavía no lo sabemos.
Entre la novela y el ensayo sociológico, clásico pero inclasificable, Comí cumple el difícil cometido de ser un libro difícil de digerir y, al mismo tiempo, exquisito.