¿Cómo se mezcla la ciencia con la vida cotidiana, con la política, con la imaginación que nace en los sueños y las vigilias? Me gusta imaginar la humanidad como el puñado de gente que alguna vez salió de África dispuesta a conquistar el mundo, cruzando charcos y mares, pantanos y montañas. Allí, seguramente, comenzaron las primeras divisiones del trabajo: Grok es buena cazando búfalos, mientras que Grak domina el fuego como nadie. Por su parte, Grik es un genio orientándose en la selva y encontrando hierbas y aguas dulces, mientras Grek se ocupa de los chicos y los despioja con firme dulzura. ¿Cómo fue entonces que apareció Gruk, la que miraba las señales de los cielos y los colores, aquella que pensaba un largo rato y concluía con su lógica qué era lo mejor para el clan? ¿Cuáles fueron los primeros experimentos, esos que movían de a una ficha por vez para entender cómo respondían la naturaleza y los dioses? Quizás así nació el oficio del científico: aquel poeta que observaba, pesaba, cambiaba y luego le contaba al resto las maravillas que había encontrado.”
En este libro, Diego Golombek, nuestro Gruk del siglo XXI, nos invita a mirar la vida cotidiana con sus deslumbrados ojos de científico. Para entender esto que somos y de qué modo el cerebro construye nuestras percepciones, emociones y creencias.