Durante buena parte del siglo XX, cuando el mundo se hallaba dividido en dos: capitalismo y comunismo, Walt Whitman (1819-1892) era curiosamente considerado al mismo tiempo el gran poeta nacional de Estados Unidos y un gran poeta de la causa comunista, todo un indicio de que había cumplido con una de las premisas básicas de la poesía: la de abrirse a múltiples lecturas. O en sus propias y muy citadas palabras: “¿Me contradigo,? / Bien pues me contradigo, (Soy vasto, yo contengo multitudes)”.