Si es cierto que citar es una forma de dar gracias, como decia Thomas Mann, este libro en su totalidad es una hermosa accion de gracias. Una celebracion en la que se acuerdan las voces mas diversas, venidas de los horizontes mas distintos, en ese acorde profundo que alcanzan a veces los coros mas dichosos. Es tambien ejemplo de lectura y atencion clarividente hacia aquello que se dice, mas con el afan de alumbrar que con el proposito de deslumbrar, como advertia sabiamente Atahualpa Yupanqui. Es decir, es el hallazgo delicado y compartido de aquellos relampagos que brotan de la experiencia del corazon y de la historia, de la lucidez, del mejor humor, de la misericordia todas virtudes hoy tan raras como amenazadas. Ignacio Katz ha ido realizando una hermosa cosecha de reflexiones a las que a veces anade, discretamente, observaciones y ordenamientos propios. Poemas, relatos y aforismos se van turnando asi a lo largo de estas paginas. De Cernuda a Wittgenstein, de Einstein a Macedonio Fernandez, los comensales que asisten a este banquete son tan numerosos como variados, pero todos comparten el mismo don de provocarnos, alimentarnos e inspirarnos con sus palabras. La filosofia, la politica, el arte y la historia se van entretejiendo en una conversacion espaciada que, dada la estructura del libro, el lector puede reanudar a cada momento segun su ritmo propio. La lectura de los clasicos puede ser imaginada como una casa animada por grandes presencias portadoras de mensajes de amistad, advertencias del pasado, guinos reveladores del futuro: esta es la casa que sugiere y nos ofrece Katz, y en la que nos invita a pasar veladas intimas y memorables, con la musica de pensamientos donde reconocemos, a veces con sorpresa, los nuestros propios, como tambien nuestras dudas, nuestras preguntas, nuestros temores y esperanzas. Una casa de puertas abiertas, habitaciones amplias y vistas al Universo. Una casa para dar las gracias.