Los cuentos de Enrique Serna transitan por un desfiladero desde cuyas alturas se contempla el abismo del cuerpo. No sólo se interesa sino que está en deuda con el mundo de la marginalidad social y sexual. Sus personajes vienen de ahí y se debaten entre el horror ante su probada autenticidad y el deseo de parecerse a todos los demás. Son exhibicionistas pero quisieran los privilegios del voyeur; son damas de la caridad pero quisieran exterminar a todos los niños mugrosos de la ciudad de México; son piezas de arte viviente pero detestan su “deplorable condición ornamental”; son hombres de letras que escriben relatos que no son suyos; son travestis que ensayan frente al espejo un gesto que no les pertenece. Así se mantienen fieles a una identidad infiel. Amores de segunda mano es la fascinación por estos raros y atroces individuos que se arrojan sin cortapisas al momento extremo en que la vida se afirma cuando literalmente se derrumba.