Este es un libro delicioso, ameno. Se retratan en él los personajes de un ayer que se niega a cambiar, de una sociedad rural con mucho de la picaresca colonial española, en la que pillos, gamonales, curas y campesinos se captan en estampas y acuarelas provincianas. Aunque los relatos tienen como escenario los pueblos de Sonsonate, la tierra de los cocoteros, hay mucho en estos cuentos de la idiosincrasia salvadoreña, que los torna piezas propias de una legítima literatura nacional.