Esta novela, ganadora de una Mención Honorífica en el extinto “Certamen Guatemalteco de Novela”, del año 1993, nos presenta a un personaje metido de político por mera casualidad, cuyo principal objetivo está en obtener prebendas económicas de todo tipo, a raíz de su ingenio y su astucia. Es un muy fiel retrato de cierta clase de empleados públicos preocupados por aprovecharse de su posición como medio para robarse lo que sea y lo que se pueda.
El personaje principal, que es Erasmo, así nada más, sin otro nombre ni apellidos, representa al político criollo mentiroso y marrullero, que con sus ocurrencias arranca del lector, desde una sonrisa con mucho de resignación, hasta una alegre carcajada. A lo mejor, tal como lo afirma el autor, “esto se deba a que en todo caso, los políticos dan risa”. Y claro, debieran dar risa si no fuera porque el resultado de sus actos criminales son de grave consecuencia para el país.
A pesar de haber salido a la luz ya hace un poco más de 20 años, esta obra no pierde vigencia. Y continuará gozando de muy buena salud mientras nuestro sistema político no cambie, que por lo que se ve, la esperanza de cualquier cambio no solo resulta lamentablemente lejana, sino más bien, improbable.
El editor