¿Con qué palabras presentarse ante este mundo absoluto de la imaginación? Mundo que revolotea en el altísimo ojo de su propio dios y en el que se forja una escritura que nos permite pulir la luz para existir de algún modo, a menudo incomprensible en el hermoso cuerpo de las palabras. Mundo en el que, en las palabras del poeta, «la luz se eleva para escribir sobre la noche». Porque en eso reside la fuerza de las palabras de Gabriel Woltke, en su capacidad para invocar, frente a nuestros ojos, la presencia de todas las crituras, para invitarnos así a ser parte de ese mundo en el que Adán, padre original, es capaz de guiarnos hasta un círculo en el que las generaciones son capaces de abrirse totalmente al universo y de este modo llegar a ser todas en la luz.