Esta historia, parte de mi vida, muestra sólo de unos de los innumerables casos más oscuros de la represión gubernamental de los años 80. He tenido suerte para poder contarla, gracias a Dios. Muchos pasaron por los mismos tétricos instantes y ahora están desaparecidos, perdidos en el tiempo, en cualquier rincón de Guatemala, bajo quintales de tierra, donde sus cuerpos se van extinguiendo.
Pero qué importa, sus ideales seguirán siendo trasportados por las nubes que el viento no detendrá. Volver a vivir aquellos momentos es algo indescriptible. Los tengo grabados como si sucedieron ayer.
No ha sido fácil revivir lo que pasé. Pero valió la pena, porque este libro enriquecerá la historia de una época que muchos, quizá, han olvidado.