Aquí la vida en el escombro de todo lo que alguna vez fue edificado; la derrotada, la que sucumbe y se rearma al ras de una luz que se agrieta, porque los ojos de Edy Béhar son todos los nuestros; como muertos que brillan, de calle en calle, de poste en poste, de banqueta en banqueta cantando desde la branquia -a la lid del ahogo-, el coro más hermoso de todos: la vida que otras veces no es perra sino remanso, sigilo y numen entre unos cuantos dedos que no se cansan de contarla nunca.