- Editorial:
- PORRUA
- Materia:
- Filosofía
- ISBN:
- 978-970-07-4822-1
- Páginas:
- 884
SUMA CONTRA LOS GENTILES
SANTO TOMAS DE AQUINO
Santo Tomás de Aquino es uno de los grandes ejes de la Edad Media, ha influido profundamente a la civilización de Europa Occidental. Por haber tocado muchas de las bases de la estructura metafísica y nosológica de la naturaleza, en especial de la humana, su pensamiento ha llegado a denominarse filosofía perenne; y lo es en cuanto sus grandes principios fundamentales representan algunos cimientos inconmovibles para el desarrollo del pensamiento siguiente.
La genialidad de este autor estriba no sólo en la gran erudición o en que haya logrado sintetizar las principales corrientes de pensamiento filosófico y teológico, sino en la integración de todos estos elementos en una cosmovisión unificada y arquitectónicamente construida.
Suma contra los gentiles consta de cuatro libros:
1. Dios: su existencia y naturaleza.
2. La obra de Dios: la creación en general, y el hombre.
3. La acción del hombre en cuanto tiende a Dios como a su fin último.
4. La respuesta de Dios a la búsqueda del hombre, en los grandes temas de la teología cristiana.
Introducción
I. El Marco de referencia
II. La suma contra los gentiles
III. Bibliografía
Libro I
I. El oficio del sabio
II. Cuál sea la intención del autor en esta obra
III. De qué manera es posible manifestar la verdad divina
IV. Fue conveniente que se propusiera a los hombres, para ser creída, la verdad divina que puede conocer la razón natural
V. Convenientemente la fe propone al hombre para que las crea, aquellas verdades que éste no puede investigar por su razón
VI. No es ligereza asentir a las verdades de fe, aun cuando superen la capacidad de nuestra razón
VII. La verdad racional no es opuesta a la verdad de la fe cristiana
VIII. Cómo se relacionan la razón humana y la fe
IX. Del orden y método que seguiremos en esta obra
X. De la opinión de quienes afirman que no se puede llegar a demostrar la existencia de Dios, por ser ésta evidente por sí misma
XI. Refutación de la opinión anterior, y solución de los argumentos expuestos
XII. Opinión de quienes afirman que no puede demostrarse la existencia de Dios, sino sólo aceptarse por la fe
XIII. Razones para probar que Dios existe
XIV. Llegamos al conocimiento de Dios por la vía de la remoción
XV. Dios es eterno
XVI. En Dios no hay potencia pasiva
XVII. En Dios no hay materia
XVIII. En Dios no hay composición alguna
XIX. En Dios nada hay violento ni antinatural
XX. Dios no es un cuerpo
XXI. Dios es su propia esencia
XXII. En Dios se identifican la esencia y la existencia
XXIII. En Dios no hay accidente
XXIV. No es posible designar el ser de Dios por adición de alguna diferencia sustancial
XXV. Dios no puede colocarse bajo ningún género
XXVI. Dios no es el ser formal de todas las cosas
XXVII. Dios no es la forma de un cuerpo
XXVIII. Dios es totalmente perfecto
XXIX. En todas las cosas puede encontrarse una semejanza con Dios
XXX. De los nombres que pueden atribuirse a Dios
XXXI. La perfección divina y la multiplicidad de nombres divinos no repugnan a la simplicidad de Dios
XXXII. Nada puede predicarse unívocamente de Dios y de las demás cosas .
XXXIII. Lo que se predica de Dios y de las demás creaturas no es puramente equívoco
XXXIV. Todo cuanto se predica de Dios y de las demás creaturas se afirma de manera análoga
XXXV. Muchos nombres que aplicamos a Dios no son sinónimos
XXXVI. Nuestra inteligencia forma diversas proposiciones acerca de Dios.
XXXVII. Dios es bueno
XXXVIII. Dios es su propia bondad
XXXIX. En Dios no puede haber ningún mal
XL. Dios es el bien de todo bien
XLI. Dios es el bien sumo
XLII. Dios es uno
XLIII. Dios es infinito
XLIV. Dios es inteligente
XLV. Entender es la esencia misma de Dios
XLVI. Dios entiende sólo por su misma esencia
XLVII. Dios se conoce perfectamente a sí mismo
XLVIII. De manera propia y primaria, Dios sólo se conoce a sí mismo
XLIX. Dios conoce otros seres aparte de sí mismo
L. Dios tiene conocimiento propio de todas las cosas
LI. Razones para indagar cómo está en la inteligencia divina la pluralidad de los seres conocidos
LII. Razones por las que la pluralidad de seres inteligibles no puede estar sino en el intelecto divino
LIII. Cómo se da en Dios la pluralidad de seres conocidos
LIV. Cómo la esencia divina, siendo una, puede ser la semejanza propia y noción de todas las cosas inteligibles
LV. Dios entiende todas las cosas simultáneamente
LVI. En Dios no hay conocimiento habitual
LVII. El conocimiento de Dios no es discursivo
LVIII. Dios no conoce componiendo y dividiendo
LIX. No se excluye del conocimiento divino la verdad de las proposiciones enunciadas
LX. Dios en la verdad
LXI. Dios en la verdad purísima
LXII. La verdad divina es la primera y suma verdad
LXIII. Razones de quienes quisieran negar a Dios el conocimiento de los singulares
LXIV. Orden de lo que estudiaremos acerca del conocimiento divino
LXV. Dios conoce los singulares
LXVI. Dios conoce aquello que no existe
LXVII. Dios conoce los singulares contingentes futuros
LXVIII. Dios conoce los movimientos de la voluntad
LXIX. Dios conoce lo infinito
LXX. Dios conoce los seres viles
LXXI. Dios conoce lo malo
LXXII. Dios quiere
LXXIII. La voluntad de Dios es su esencia
LXXIV. El objeto principal de la voluntad divina es su propia esencia
LXXV. Dios, al quererse, también quiera otros seres
LXXVI. Dios se quiere a sí mismo y los demás seres con un solo acto de su voluntad
LXXVII. La multitud de objetos queridos no repugna a la simplicidad de la sustancia divina
LXXVIII. La voluntad divina se extiende a los bienes singulares
LXXIX. Dios quiere también lo que aún no existe
LXXX. Dios quiere necesariamente su propio ser y su propia bondad
LXXXI. Dios no quiere necesariamente otras cosas fuera de sí
LXXXII. Razones contra lo anterior, y sus respuestas
LXXXIII. Dios quiere las cosas fuera de sí con una necesidad hipotética
LXXXIV. La voluntad divina no quiere las cosas imposibles por naturaleza
LXXXV. La voluntad divina no quita a las cosas su contingencia
LXXXVI. Puede asignarse una razón a la voluntad divina
LXXXVII. Nada puede ser causa de la voluntad divina
LXXXVIII. En Dios se da el libre albedrío
LXXXIX. En Dios no se dan pasiones afectivas
XC. En Dios se da la delectación y el gozo
XCI. En Dios hay amor
XCII. Cómo pueden darse virtudes en Dios
XCIII. En Dios se dan virtudes sobre las acciones
XCIV. En Dios se dan las virtudes cotemplativas
XCV. Dios no puede querer el mal
XCVI. Dios no odia nada
XCVII. Dios vive
XCVIII. Dios es su misma vida
XCVIX. La vida de Dios es sempiterna
C. Dios es feliz
CI. Dios es su misma felicidad
CII. La felicidad de dios es perfectísima, y supera toda otra felicidad
Libro II
I. Conexión del libro segundo con el primero
II. La consideración de las creaturas es útil para instruirnos en la fe
III. La meditación de las creaturas nos ayuda a corregir los errores acerca de Dios
IV. El Filósofo y el Teólogo consideran las creaturas de manera diversa
V. Orden de los tratados
VI. Es propio de Dios ser el principio de la existencia de todas las demás cosas
VII. En Dios hay potencia activa
VIII. El poder de Dios es su sustancia
IX. La potencia de Dios es su acción
X. Cómo puede atribuirse a Dios la potencia
XI. Puede predicarse de Dios alguna relación con las creaturas
XII. Las relaciones de Dios con las creaturas, objetivamente hablando, no están en Dios
XIII. Las relaciones con que Dios se refiere a las demás cosas, no son seres existentes fuera de Dios
XIV. El afirmar muchas relaciones sobre Dios no destruye su simplicidad
XV. Todo cuanto existe, existe por Dios
XVI. Dios produjo de la nada la existencia de las cosas
XVII. La creación no es movimiento ni cambio
XVIII. No puede argüirse contra la creación por objeciones tomadas de la natu