Sahara. Uno no sabe, cómo podría, bien a bien, entrar en Sahara; en el libro – desierto – se entra, cómo decirlo, eróticamente, o no se entrará: se entra vía tanteo, vocablo cuya cercanía contentación nos parece más que pertinente remarcar. Debe habitarse Sahara como un reloj del que el tiempo ha sido amputado dolorosamente.