POESÍA VERTICAL

POESÍA VERTICAL (Libro en papel)

ANTOLOGÍA

Q. 220
IVA incluido
No disponible
Editorial:
VISOR
Materia
Poesía hispanoamericana
ISBN:
978-84-7522-275-2
Páginas:
304
Encuadernación:
Otros
Colección:
VISOR DE POESÍA

En 1985 el diario francés Liberation publicó una encuesta realizada entre cuatrocientos escritores de todo el mundo, basada en una única pregunta: “pourquoi écrivez-vous?” (¿por qué escribe usted?). Entre los autores llamados a responder esta inquietud se encontraba el poeta argentino Roberto Juarroz, quien cerró su comentario de la siguiente manera: “(…) yo escribo porque la poesía es para mí la conjunción más profunda del azar y el destino, el extremo del hombre y su lenguaje, mucho más que un género literario, la posibilidad de tolerarme y el ejercicio más completo de esta rara pasión de ser. Y por fin, yo escribo porque la escritura no necesita ninguna justificación, en un mundo donde toda justificación es falsa” [1].

En aquel entonces, Roberto Juarroz tenía sesenta años y había publicado ya la mayor parte de los volúmenes que conforman su Poesía Vertical, obra que fue ampliando a lo largo de su vida, tal y como lo hizo Walt Whitman con sus Hojas de Hierba. Lo interesante de aquella respuesta, más allá de la madurez intelectual que refleja, o del tono irreverente que transluce, es que ella permite concretar los aspectos más sobresalientes de su propia poesía: la contingencia, por una parte, el lenguaje, por el otro, y esa pasión por la vida que, en su caso, equivale tanto a una fe como a un conocimiento.

Quizá pueda decirse que estos elementos han sido trabajados desde siempre en la literatura y, más concretamente, en la poesía: Alceo mostró la fatalidad del hombre griego, fluctuando inevitablemente en un mundo azaroso; los simbolistas franceses se atrincheraron en la palabra, llevando al límite su potencia creadora y; finalmente, aquí y allá, la poesía no ha hecho otra cosa que exaltar la vida, a veces, incluso, tan apasionadamente que ya no ha sido posible distinguir la una de la otra. Sin embargo, hay algo que hace única la obra de Juarroz, algo que nunca antes de él había tenido tanta fuerza, tanta profundidad, y ese algo es la experiencia de una poesía conceptual.

Hasta 1958, fecha en la que irrumpe Roberto Juarroz con su primera Poesía Vertical, la poesía había apuntado hacía dos horizontes principales: “el cantar y el contar”, pero he aquí que el poeta argentino suma a estos fundamentos uno nuevo: “el pensar” [2]. Estamos frente a una obra que rompe con las tradicionales formas de concebir la lírica, que exige del lector la apertura de nuevas estructuras de pensamiento, que inaugura un espacio de encuentro entre la filosofía y la literatura. Así, lo que hace particulares la contingencia, el lenguaje y la vida como elementos poéticos en Juarroz es que sólo con él alcanzan una profundidad conceptual: