Pocas veces la selva ha sido recreada de una manera tan humana, divertida e imaginativa. Desde el nacimiento del personaje central, este mundo comienza a poblarse de inumerables animalitos: los alados- faisanes, tucanes, loros, mariposas y otros de diverso color y plumaje- y los terrestres- jaguares, vendados, monos, armadillos y otros de distinto pelaje y rugido-. Todos, como una gran familia girando su vuelo y su caminar alrededor de ese árbol que, al nacer, como si de una criatura única, hermosa y sabia se tratara, llegan desde el cielo y la tierra a celebrar a quien, con el pasar del tiempo, se convirtirá en la madre, la hermana mayor, la guía y protectora de toda la flora y fauna.
Este personaje milenario, mitológico y sagrado en la cultura precolombina es, asimismo, un personaje cercano y cotidiano, profundo y fascinante, con sus temores y alegrías, sus contradicciones y ternuras, sus sueños y limitaciones. El árbol que vino del cielo y de la tierra tiene mucho de enseñanza ecológica y, a su vez, de cuento maravilloso.
