El personaje de esta singular novela vive apartado y solo en un
departamento, en lo alto de un edificio poseído. Ha sucumbido a toda clase
de estados inerciales, o como él mismo explica: está atrapado en la
Conciencia del Sofá.
Entre disquisiciones sórdidas y cerebrales, nos va dando un reporte
subjetivo de la vida del edificio y de sus personajes inquietantes, reporte que
va tomando rasgos cada vez más demenciales, oscuros y fantásticos, entre
historias oblicuas que son delirios por igual enfermos y entretenidos.
Así avanza la novela, hasta llegar a su última promesa y su último mensaje:
que las posibilidades de la vida son limitadas, y que siempre incluyen la
entropía, la condena y la muerte.