Se puede creer en el mal sin presuponer que es algo sobrenatural. Muchos utilizan el mal como una forma de demonizar a aquellos que simplemente son desafortunados en la escala social. Definir el terrorismo como un mal es exacerbar los problemas y convertirlos en la barbarie que se pretende combatir. La cultura posmoderna, pese a su fascinación por los vampiros, tiene poco que decir sobre el mal. Tal vez, porque el individuo posmoderno carece de la profundidad que requiere la verdadera destrucción.