En cada uno de nosotros vive un guerrero de la luz, alguien capaz de escuchar el silencio de su corazón, de aceptar las derrotas sin dejarse abatir y de alimentar la esperanza en medio del cansancio y el desaliento. Los guerreros de la luz conservan el brillo en los ojos. Están en el mundo y forman parte de la vida de otras personas. No siempre son valientes ni actúan correctamente. Sufren por cosas inútiles, a veces se consideran incapaces de crecer y con frecuencia se creen indignos de cualquier bendición o milagro. No siempre están seguros de lo que están haciendo aquí y pasan noches en vela pensando que sus vidas no tienen sentido. Por eso son guerreros de la luz. Porque se equivocan. Porque se preguntan. Porque buscan una razón y no se detienen hasta encontrarla.