Enfrentados a las crisis de nuestras sociedades, son cada vez más las personas y organizaciones que se entregan a la búsqueda de alternativas. La amplitud y profundidad de la crisis, que lleva al rompimiento de los equilibrios ecológicos, sociológicos, psicológicos y espirituales del hombre contemporáneo, hace que el conocimiento y la creación de alternativas se presenten no sólo como un ideal sino como una necesidad.En este sentido, el conocimiento de las formas alternativas de organizar la economía y de crear y gestionar empresas, adquiere un significado y una importancia especiales.Para definir y construir lo alternativo en el terreno económico no se trata de soñar en un nuevo modo de hacer economía, sino de observar y descubrir en la realidad ciertos modos de comportamiento económico y ciertos tipos de empresas, en los que tal nuevo modo de hacer y de entender la economía están ya en presentes.Pero la carencia de conceptos y de formulaciones teóricas que permitan comprender la pluralidad de racionalidades económicas lleva a que las formas económicas alternativas, no obstante estar presentes y operantes en la realidad, se tornan invisibles.El primer gran desafío que enfrenta cualquier esfuerzo por identificar lo alternativo consiste en hacerlo visible. Y para ello es esencial disponer de conceptos y teorías suficientemente desarrolladas y coherentes que permitan comprender sus diversas racionalidades y lógicas operacionales. Ello conlleva un desarrollo del sujeto que observa, más que del objeto observado.