Todas las acciones públicas de la empresa necesitan ser ordenadas con eficacia. Pero como este reconocimiento no es posible desde la regulación del protocolo oficial, la importancia social de las instituciones privadas requiere que éstas se doten de sus propias normas de protocolo. La empresa obtendría el reconocimiento de la importancia clave de sus actividades y solventaría el problema que frecuentemente plantea la organización de actos en los se combina la presencia oficial y la privada. De cara a los públicos, la metamorfosis consiste en que lo que comienza siendo mera información o actividad de carácter comercial eleva su tono, asciende de rango y se transforma en comunicación social. Así que el Protocolo del que aquí hablamos es más que nunca una herramienta de gestión y una herramienta de la excelencia en la comunicación pública de las acciones humanas, de la empresa como sujeto social. La empresa se introduce en la sociedad no sólo como sujeto económico activo, sino también como sujeto social actuante: La institución que patrocina la cultura, apoya al deporte local, actúa como agente social y se relaciona con su entorno.