Basil Hallward había terminado el retrato. El joven Dorian, al verlo, no pudo más que desear, desde su frívola inocencia, que fuera su imagen la que envejeciera y se corrompiera con el paso de los años mientras él permanecía intacto.
Y así fue: a partir de entonces, Dorian Gray conservó no solo la lozanía y la hermosura propias de la juventud, sino la pureza de los inocentes. Pero ¿a qué precio?
Estamos, simple y llanamente, ante uno de los libros más bellos e ingeniosos de todos los tiempos.
Luis Antonio de Villena dijo...
«Un libro lleno de fascinación y encanto, fácil y difícil a la vez, y cuyo único protagonista y tema esencial es la belleza. Una de las pasiones que hacen vivir y dan sentido y fuerza al mundo.»