Walter Morán, en su cuarto poemario Agua del mismo río, nos revela imágenes poéticas profundas y seductoras. Una es un río grande y caudaloso, impetuoso y rápido en cuyo cauce y recorido surgirán obstáculos imprevisibles - como en la vida misma, que en ocasiones por una razón rompe su curso dejando registros en la historia.
La vida es cambio, río de imprevisibles: aquì y ahora, turbulencias, desvíos de rutas, inseguridad constante y violencia - esta última vigente a diario. Agua del mismo río llevará su propio ritmo, cauce y detino. Sabemos que de su corriente hemos de beber para colmar nuestra sed, renovar nuestras fuerzas con ímpetu de vida y evitar un naufragio.
El poeta nos lleva a los recovecos del sentir humano. Su poesía proyecta la relación de vida palpitante con lo inanimado e intangible.