Se podría decir que los personajes de estos cuentos, en su mayoría, son “gente común”. Vecinos de un consorcio, compañeras de oficina, dos hermanas ancianas inseparables, un directivo desempleado, un remisero que no ha logrado formar familia… Gente con deseos, mezquindades y temores que todos podemos reconocer en nosotros mismos o en los que nos rodean. Pero el arte de estos cuentos es tan simple como complejo, mirar lo habitual y ordinario un poco más de cerca, correr la mirada ligeramente hacia los costados, para encontrar ahí esa sutil deformidad que abre la puerta a mundos fascinantes, tan personales como extraños, mundos que a veces ni siquiera sospechamos que existen o simplemente nos empeñamos en no ver, y que nos confirman que de cerca nadie es normal.